MICROFONOS
Al parecer, existe una conversación exterior y una conversación marcadamente interior. Un diálogo que se dirige de puertas hacia fuera, hacia el público, y un diálogo que permanece dentro, en manos privilegiadas, en el corazón del mundo. Una información que se ofrece a todos gratuitamente, libre de impuestos, y una información que, sin embargo, llegado el caso, se vuelve comprensiblemente incompleta. Y digo “comprensiblemente” porque a fuerza de ejercitar, tan a menudo, la práctica indolente de la comprensión, uno acaba comprendiéndolo todo; la política (la geopolítica, la metapolítica) tiene estas cosas. Micrófonos abiertos nos informan de opiniones o deseos que, en circunstancias normales, quedarían convenientemente ocultos o negados. “¡Vaya coñazo que he soltado”!, exclama con soltura el Presidente, ante los miembros atribulados del Parlamento Europeo. Y no se trata, como podríamos pensar, de un caso aislado. Al ministro conservador se le escuchará, muy a su pesar, que el Plan Hidrológico se aprobará “por cojones”. Y la progresía ilustrada del diputado socialdemócrata quedará en evidencia cuando oigamos de su boca qué piensa en realidad del asunto: “Los moros –así, a micrófono abierto-, que se vuelvan a Marruecos, que es donde tienen que estar”. Cuando Bush Jr. cuida de nuestros oídos (también a su pesar) con palabras como ¡Mierda! o ¡Siria!, justo al lado de un cariacontecido Tony Blair, deberíamos echarnos a temblar, sí, y esta vez por un doble motivo: si habitualmente tememos y temblamos por lo que habla, que es mucho y preocupante, ahora también sabemos que deberemos hacerlo por lo que calla. Aunque nada nuevo, por otra parte, si tenemos en cuenta el curso reciente de la historia. Micrófonos abiertos parecen empeñados en recordárnoslo continuamente, en que no lo olvidemos nunca. Y si esto es así en sociedades abiertas, democráticas, no quiero ni pensar en qué estarán tramando organizaciones terroristas y gobiernos teocráticos, ajenos en todo momento al público y a los micrófonos.
2 comentarios
Enrique -
manolotel -