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das Mystische 2.1

MICROFONOS

Al parecer, existe una conversación exterior y una conversación marcadamente interior. Un diálogo que se dirige de puertas hacia fuera, hacia el público, y un diálogo que permanece dentro, en manos privilegiadas, en el corazón del mundo. Una información que se ofrece a todos gratuitamente, libre de impuestos, y una información que, sin embargo, llegado el caso, se vuelve comprensiblemente incompleta. Y digo “comprensiblemente” porque a fuerza de ejercitar, tan a menudo, la práctica indolente de la comprensión, uno acaba comprendiéndolo todo; la política (la geopolítica, la metapolítica) tiene estas cosas. Micrófonos abiertos nos informan de opiniones o deseos que, en circunstancias normales, quedarían convenientemente ocultos o negados. “¡Vaya coñazo que he soltado”!, exclama con soltura el Presidente, ante los miembros atribulados del Parlamento Europeo. Y no se trata, como podríamos pensar, de un caso aislado. Al ministro conservador se le escuchará, muy a su pesar, que el Plan Hidrológico se aprobará “por cojones”. Y la progresía ilustrada del diputado socialdemócrata quedará en evidencia cuando oigamos de su boca qué piensa en realidad del asunto: “Los moros –así, a micrófono abierto-, que se vuelvan a Marruecos, que es donde tienen que estar”. Cuando Bush Jr. cuida de nuestros oídos (también a su pesar) con palabras como ¡Mierda! o ¡Siria!, justo al lado de un cariacontecido Tony Blair, deberíamos echarnos a temblar, sí, y esta vez por un doble motivo: si habitualmente tememos y temblamos por lo que habla, que es mucho y preocupante, ahora también sabemos que deberemos hacerlo por lo que calla. Aunque nada nuevo, por otra parte, si tenemos en cuenta el curso reciente de la historia. Micrófonos abiertos parecen empeñados en recordárnoslo continuamente, en que no lo olvidemos nunca. Y si esto es así en sociedades abiertas, democráticas, no quiero ni pensar en qué estarán tramando organizaciones terroristas y gobiernos teocráticos, ajenos en todo momento al público y a los micrófonos.


En El Caballero y la Muerte, Leonardo Sciascia nos presenta a un comisario de policía, el Vice, carcomido por el cáncer, cansado y escéptico; el famoso grabado de Durero lo acompaña en sus amargas y penetrantes reflexiones. El caballero, la muerte y el diablo (Ritter, Tod und Teufel), frente a él en la pared de su despacho. Al diablo llega sorprendido con la estúpida coartada de los hombres, también estúpidos, que lo utilizan para presentarle como culpable de todo. Pero el diablo –bien sabe el Vice- está tan cansado que ha dejado el juego en manos de los hombres, mucho más eficaces que él. Aunque es Giovanni Rieti, un extraño personaje, judío y doctor en no se sabe qué materia, quien, en un encuentro con el Vice, nos da las claves filosóficas del embrollo. “Hay un poder visible –comenta Rieti-, nombrable, enumerable; y hay otro, no enumerable, sin nombre, sin nombres, que nada por debajo de la superficie. El poder visible lucha contra el sumergido, y sobre todo cuando éste se atreve a emerger valientemente, es decir en forma violenta y sanguinaria, pero de hecho lo necesita”. “De modo que cabe sospechar –subraya el Vice- que existe una constitución no escrita cuyo primer artículo rezaría: la seguridad del poder se basa en la inseguridad de los ciudadanos”. “De todos los ciudadanos –concluye Rieti-: incluidos los que, al difundir la inseguridad, se creen seguros… Y ahí está la estupidez de que le hablaba”.
 
Al final del relato, el ángel exterminador actúa con criminal eficacia: la muerte alcanza a los personajes y deja todo sin explicar, dormido y en silencio, como en la vida misma. El contador de las víctimas es la base estadística de la ignominia, pero faltan datos posibles para completar el informe.

 

2 comentarios

Enrique -

Mucha culpa tengo yo, manolo, que soy tremendamente perezoso para contestar comentarios. Total, que los colegas se han cansado y ya no escriben. Normal. Además, después de dos añitos en la red, el tema comentarios se toma con mucha calma. Y también podría suceder que lo que escribo no le interese a nadie (a casi nadie) y esto también sería bastante comprensible. En veranito, con la gente harta de todo, traer a colación estas depresiones… La gente acaba pasando. En fin, ahora en serio: gracias por tu visita y por tu elogio, manolotel. Un abrazo.

manolotel -

solo para hacer constar que vengo de vez en cuando, que me extraña la ausencia de comentarios en este magnifico blog, que me gusta como escribía Sciascia y que a veces los micrófonos se dejan intencionadamente abiertos por el ponente, sease Bush Jr.